miércoles, 30 de diciembre de 2009

2009: Regreso a nuestra tierra, esperanzas e incertidumbre

El 2009 fue un año de transición, esperanzas e incertidumbre. Desde que finalizó el 2008 e inició el 2009 empezamos a planear el regreso a nuestra tierra después de estar fuera de ella cerca de tres años. Este regreso se dio en un contexto de mucha esperanza por lo que estaba sucediendo en Estados Unidos que podría producir cambios hacia la implementación de una política de más exigencias por el respeto a los derechos humanos en Colombia. Un presidente demócrata y negro había ganado las elecciones en los Estados Unidos con un discurso y con promesas que no seguiría la política guerrerista y de violación de los derechos humanos de antiguo presidente de este país.

La posesión de Obama generó muchas esperanzas tanto en ciudadanos de Estados Unidos como en Latinoamérica que podría haber cambios en las políticas y en las formas tradicionales de relaciones con los países de esta región. Como colombiano estaba entre esos que teníamos la esperanza que el nuevo presidente podría ser más exigente con el respeto a los derechos humanos al gobierno de mi país y promovería salidas diferentes a las militares para superar el conflicto armado y al problema del narcotráfico.

Esta esperanza se vio afectada al conocer que el nuevo gobierno de Estados Unidos certificó al gobierno colombiano diciendo que había mejorado en el respeto a los derechos humanos a pesar que se hizo público que miembros del ejército colombiano venían realizando ejecuciones extrajudiciales y se incrementó el escándalo por la forma como el DAS(organismo de inteligencia que depende directamente del presidente de Colombia) venía haciendo interceptaciones a los teléfonos a líderes de la oposición y a defensores de los derechos humanos. Sin embargo el golpe más fuerte a esta esperanza fue el anuncio y la firma entre los dos gobiernos de un acuerdo donde el ejército estadunidense podría usar 7 bases militares colombianas para combatir el terrorismo y al narcotráfico.

Este acuerdo del nuevo gobierno de Estados Unidos con el cuestionado gobierno de Álvaro Uribe ha causado preocupación y ha recibido rechazo de varios países en Latinoamérica. También está generado una nueva y renovada ola sentimientos anti Estados Unidos en la región. En Colombia logró que las guerrillas de la FARC y el ELN anunciaran un acuerdo para luchar juntas contra la presencia del ejército de los Estados Unidos en nuestro país. Estas guerrillas en los últimos tiempos habían mantenido una lucha entre ellas por el control de algunas zonas del país pero esta disputa parece que llega a su fin con el uso de bases colombianas por el ejército de Estados Unidos.

El acuerdo también generó conflictos con países vecinos, especialmente con aquellos gobiernos de izquierda quienes ven la presencia de estas bases en Colombia como una amenaza y como una forma con la cual el gobierno de Estados Unidos intenta controlar y echar atrás las políticas y las formas organizativas en la región que nos se ajustan a las orientaciones de Washington.

De esta forma las esperanzas que teníamos que habría más exigencias al respeto a los derechos humanos y se buscaría una salida no violenta al conflicto colombiano se ha visto truncada y lo que muchos vemos en estos momentos son nuevos anuncios de guerra ya que además del anuncio de las guerrillas colombianas de luchar juntas, el gobierno de Venezuela ha llamado a sus ciudadanos y al ejército a prepararse para defenderse de una agresión de Estados Unidos a través de Colombia. En estos momentos hay tensión en la frontera de Colombo-Venezolana y en cualquier momento podrían suceder incidentes que fácilmente provocarían una confrontación armada entre los dos países.

Esta situación de tensión sobre una guerra entre dos países hermanos se agrava con el incremento de las acciones de las guerrillas colombianas en los últimos meses que dan muestras que aun mantienen poder de realizar ataques que afectan la vida del país. A la violencia de la guerrilla hay que agregarles las acciones de lo que algunos llaman las nuevas bandas emergentes asociadas al narcotráfico u otros llaman los nuevos o renovados grupos paramilitares que siguen controlando zonas donde tienen influencias.

La situación de incertidumbre no será fácil de superar ante el panorama electoral que se avecina ya que hay sectores del país que siguen viendo al actual presidente como la única alternativa para lograr la derrota final de las guerrillas y parecen que harán todo lo posible para lograr una segunda reelección y dar continuidad a lo que consideran una exitosa política de seguridad democrática. Como reacción a esta posición hay sectores sociales y académicos que empiezan a develar como se ha incrementado la inseguridad en las grandes ciudades y la forma como la pobreza y la indigencia ha crecido durante el actual gobierno afectando a los ciudadano de estrato bajo y medio.

Parece que lo único que nos queda al finalizar el 2009 es la incertidumbre pero como personas de fe no podemos dejar que esta se convierta en una fuerza que nos impida ver la esperanza de mejores tiempo y de paz en nuestro país. La fe y la esperanza se sustentan en aquello que nos parece incierto o imposible y en el espíritu de Dios o lo que otras personas llaman la fuerza de la vida que resiste a la muerte. Esta fuerza produce nuevos sujetos y organizaciones sociales que son como manifestación de Jesús quien resucito cuando los poderosos cantaban victoria al verlo en la cruz y cuando muchos de sus seguidores intentaban vivir como si nunca hubieran conocido y vivido con el crucificado.

Desde esta perspectiva la esperanza se mantiene por las luchas de las fuerzas sociales que resisten al poder económico y militar que mata a los seres humanos y a la naturaleza para producir lucro para unas pocas personas. La esperanza se mantiene gracias al trabajo de las organizaciones sociales que construyen procesos comunitarios y políticos que son como semillas de una tierra nueva donde los seres humanos podemos vivir de manera digna, con vida abundante y juntos cuidamos la naturaleza.

2009: Transition, hopes and uncertainties

The year 2009 was one of transition, hopes and uncertainties for us. Starting at the end of 2008 until 2009 we began to plan for the return to our country after an absence of three years. The idea of returning presented itself to us with great hopes because what was happening in the United States could result in changes with the implementation of stricter policies regarding human rights in Colombia. A Democratic president and a black had won the election in the United States resulting in a discourse of promises which would not continue the hawkish policies and the violation of human rights of the former president of this country.

The installation of Obama generated great hopes among the citizens of the United States as well as of Latin America, hopes that there might be changes in the policies and the traditional forms of relations with the countries of this region. As a Colombian I was among those who hoped that the new president would be stricter towards the government of my country regarding human rights and that he would promote solutions other than military to overcome the armed conflict and drug traffic problem.

This hope was dashed upon hearing that the new US government had certified the Colombian government saying that the latter had improved with regard to human rights despite the fact that it was announced that members of the Colombian army continued with extrajudicial executions and that there was an increase in scandals by such organs as the DAS (intelligence organization which depends directly on the Colombian president) which continued illegal telephone tapping of leaders of the opposition and of defenders of human rights. The severest blow to this hope was the announcement and the agreement of the two governments which permitted the US army to use seven Colombian military bases to combat terrorism and drug traffic.

This agreement between the US government and the questionable government of Álvaro Uribe has caused concern and has been received with disagreement in various Latin American countries. Also, it is generating a new and renewing an old wave of anti-American sentiments in the region. In Colombia it resulted in the FARC and the ELN guerrilla groups agreeing to fight together against the presence of the US army in our country. Until recently these two groups were fighting against each other over the control of certain areas in the country, but it seems that this dispute has ended now that the US military has been given the right to use the Colombian bases.

This agreement also causes conflict with neighboring countries, especially with those of a leftist orientation. They see this as a threat and as a way for the US to return to former policies and to control organizational forms in the region which fail to accommodate themselves to Washington’s orientation.

Thus the hope we had for greater respect for human rights and an attempt to find a way out of Colombia’s conflicts sees itself truncated. And what many of us see at this moment are new announcements of war, now that the Colombian guerrillas say that they will fight together and that Venezuela has called upon its citizens and its military prepare to defend themselves against US aggression by way of Colombia. At this moment there is tension at the border between Colombia and Venezuela and at any point an incident could happen that could set off an armed confrontation between the two countries.

This tension of possible war between the two fraternal neighboring countries is aggravated by the increase of incidents in recent months, which show that the guerrillas still have the strength to carry out attacks which seriously affect life in the country. In addition to the violence of the guerrillas, we now have activities of what some call new emerging groups associated with the drug traffic or which others call new or renewed paramilitary groups which continue to control areas where they have influence.

This situation of uncertainty will not be easy to overcome, given the approaching electoral panorama; some sectors of the country see reelection of the current president as the only possible way to bring about the final crushing of the guerrillas. It appears that this sector will do everything for Uribe’s second reelection (i.e., his third term) and to ensure that he continue what they consider a successful policy of democratic security. In reaction to this position, various social and academic sectors are beginning to expose the increase in indigence, poverty, and lack of security under the present government, which affects citizens of the lower and middle classes.

It seems as though the only thing left at the end of 2009 is uncertainty. But as people of faith we cannot permit this to become a force which keeps us from seeing the hope of better times and peace for our country. Faith and hope sustain us through that which appears uncertain or impossible and in the spirit of God, or that which others call the force of life, which resists death. This force results in new individuals and social organizations which are like manifestations of Jesus, who came back to life while those in power were singing “victory” as they saw him on the cross and when many of his “followers” tried to live as though they had never known the crucified one nor lived with him.

From this perspective hope is maintained for the struggles of the social forces which resist the economical and military power that kills human beings as well as nature for the purpose of producing wealth for a few persons. Hope is maintained thanks to the work of the social organizations which construct communitary processes and policies; these are like the seeds of a new world, a world in which human beings can live in a dignified manner with abundant life, together caring for nature.

Milton Mejía

jueves, 10 de diciembre de 2009

En el Día Internacional de los Derechos Humanos

Derechos Humanos y las Buenas Nuevas de Vida y Paz


Hoy 10 de diciembre, día en el cual en el mundo se realizan miles de actividades para recordar el hito histórico de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, creo que es importante hacer una breve reflexión de la relación entre los derechos humanos y el evangelio. En esta resaltare el aporte bíblico-teológico de creyentes al proyecto de esperanza para la humanidad que contiene este pacto que firmaron representantes de la comunidad internacional en las Naciones Unidas en 1948.


En esta perspectiva es bueno recordar y resaltar que en el surgimiento y la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos participaron personas creyentes de diferentes iglesias y credos religiosos. Estas personas de fe que habían experimentado los horrores de dos guerras mundiales estaban preocupadas por aportar a la humanidad una base ética y unos principios de respecto a la vida y a la dignidad del ser humano que sentaran las bases para construir un futuro de libertad, justicia y paz para todos los pueblos.


Algunos estudiosos del aporte de estas personas de fe consideran que ellas tenían en sus mentes la imagen bíblica del pacto de Dios con Noe después del diluvio. En este sentido la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que es un pacto entre las naciones, sería como el símbolo de un nuevo arco iris donde está representada la esperanza con la cual la comunidad mundial se comprometen a respetar la vida y la dignidad de todos los seres humanos y de los pueblos por el solo hecho de ser humanos sin importar su ideología, sexo, color o religión.


La proclamación de la Declaración de Derechos Humanos se constituyó de esta forma en un pacto ético de la humanidad con un mensaje de esperanza para todos los seres humanos y los pueblo en la cual se intentaba mostrar que los horrores de las guerras no se repetirían y se establecían límites para evitar que unos seres humanos negaran la dignidad a otros y tuvieran justificación para no garantizar la libertad, la justicia y la vida tanto a personas como a los pueblos del mundo.


Creo que esta imagen bíblica de pacto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos también nos ayuda con elementos para anunciar el evangelio como buena noticia de vida y paz con un contenido concreto que puede producir bienestar real a todos los seres humanos y a los pueblos. De esta forma los derechos humanos, igual que cuando surgió el evangelio se constituyen en una esperanza posible para los seres humanos a quienes les he negada la dignidad y son excluidas de la sociedad. Pero de la misma forma que el evangelio en sus orígenes produjo reacciones adversas de los poderosos, desde sus inicios los derechos humanos han sido visto como peligrosos y en muchos lugares del mundo, como en Colombia quienes los defienden son considerados subversivos o terroristas.


Incluso esta reacción hacia los derechos humanos se puede ver en líderes de iglesias que consideran que estos son un tema político que no tiene nada que ver con la fe, la pastoral y consideran a quienes intentan incluir una perspectiva de derechos humanos en la misión como muy radicales y ponen en peligro a la iglesia. Esta posición produce que las iglesias saquen el tema de los derechos humanos de sus documentos y programas oficiales y excluyan a quienes se identifican con trabajar una relación entre derechos humanos y misión de la iglesia.


Ante esta realidad como cristianos necesitamos mostrar y profundizar en el origen y la perspectiva de esperanza bíblica-teológica de los derechos humanos como realidad y proyecto para aportar en hacer posible un mundo donde haya una paz que sea fruto de la justicia y del respecto a la dignidad de todos los seres humanos y de los pueblos. Esta perspectiva de realidad y de esperanza de los derechos humanos junto al evangelio que anuncia vida abundante y paz para los seres humanos y para la creación nos permitirá trabajar por el cielo nuevo y la tierra nueva que anuncia la esperanza cristiana o por lo que otros llaman hoy uno nuevo mundo posible.


Milton Mejía
Coordinador
Observatorio Iglesia y Sociedad en Colombia