jueves, 10 de diciembre de 2009

En el Día Internacional de los Derechos Humanos

Derechos Humanos y las Buenas Nuevas de Vida y Paz


Hoy 10 de diciembre, día en el cual en el mundo se realizan miles de actividades para recordar el hito histórico de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, creo que es importante hacer una breve reflexión de la relación entre los derechos humanos y el evangelio. En esta resaltare el aporte bíblico-teológico de creyentes al proyecto de esperanza para la humanidad que contiene este pacto que firmaron representantes de la comunidad internacional en las Naciones Unidas en 1948.


En esta perspectiva es bueno recordar y resaltar que en el surgimiento y la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos participaron personas creyentes de diferentes iglesias y credos religiosos. Estas personas de fe que habían experimentado los horrores de dos guerras mundiales estaban preocupadas por aportar a la humanidad una base ética y unos principios de respecto a la vida y a la dignidad del ser humano que sentaran las bases para construir un futuro de libertad, justicia y paz para todos los pueblos.


Algunos estudiosos del aporte de estas personas de fe consideran que ellas tenían en sus mentes la imagen bíblica del pacto de Dios con Noe después del diluvio. En este sentido la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que es un pacto entre las naciones, sería como el símbolo de un nuevo arco iris donde está representada la esperanza con la cual la comunidad mundial se comprometen a respetar la vida y la dignidad de todos los seres humanos y de los pueblos por el solo hecho de ser humanos sin importar su ideología, sexo, color o religión.


La proclamación de la Declaración de Derechos Humanos se constituyó de esta forma en un pacto ético de la humanidad con un mensaje de esperanza para todos los seres humanos y los pueblo en la cual se intentaba mostrar que los horrores de las guerras no se repetirían y se establecían límites para evitar que unos seres humanos negaran la dignidad a otros y tuvieran justificación para no garantizar la libertad, la justicia y la vida tanto a personas como a los pueblos del mundo.


Creo que esta imagen bíblica de pacto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos también nos ayuda con elementos para anunciar el evangelio como buena noticia de vida y paz con un contenido concreto que puede producir bienestar real a todos los seres humanos y a los pueblos. De esta forma los derechos humanos, igual que cuando surgió el evangelio se constituyen en una esperanza posible para los seres humanos a quienes les he negada la dignidad y son excluidas de la sociedad. Pero de la misma forma que el evangelio en sus orígenes produjo reacciones adversas de los poderosos, desde sus inicios los derechos humanos han sido visto como peligrosos y en muchos lugares del mundo, como en Colombia quienes los defienden son considerados subversivos o terroristas.


Incluso esta reacción hacia los derechos humanos se puede ver en líderes de iglesias que consideran que estos son un tema político que no tiene nada que ver con la fe, la pastoral y consideran a quienes intentan incluir una perspectiva de derechos humanos en la misión como muy radicales y ponen en peligro a la iglesia. Esta posición produce que las iglesias saquen el tema de los derechos humanos de sus documentos y programas oficiales y excluyan a quienes se identifican con trabajar una relación entre derechos humanos y misión de la iglesia.


Ante esta realidad como cristianos necesitamos mostrar y profundizar en el origen y la perspectiva de esperanza bíblica-teológica de los derechos humanos como realidad y proyecto para aportar en hacer posible un mundo donde haya una paz que sea fruto de la justicia y del respecto a la dignidad de todos los seres humanos y de los pueblos. Esta perspectiva de realidad y de esperanza de los derechos humanos junto al evangelio que anuncia vida abundante y paz para los seres humanos y para la creación nos permitirá trabajar por el cielo nuevo y la tierra nueva que anuncia la esperanza cristiana o por lo que otros llaman hoy uno nuevo mundo posible.


Milton Mejía
Coordinador
Observatorio Iglesia y Sociedad en Colombia

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