lunes, 21 de marzo de 2011

Tiempo permanente de prueba. Mateo 4:1-11

Durante esta semana los cristianos iniciamos el tiempo de la cuaresma. La cuaresma es un tiempo de reflexión y preparación para renovarse y vivir compromisos más radicales al servicio de Dios y de su proyecto de esperanza de vida plena o de resurrección-liberación para la humanidad. El texto de Mateo 4:1-11 nos muestra de manera paradigmática lo que es el tiempo de cuaresma. Según algunos biblistas este texto es uno de los más elaborado tanto literaria como teológicamente ya que en él se incluyen elementos de la vida cotidiana relacionados con el proyecto escatológico de Dios donde la fe y la esperanza es puesta a prueba.

Según el texto Jesús acaba de ser reconocido como hijo querido de Dios, después de esto movido por el Espíritu se retiró al desierto para ser tentado o puesto a prueba por el diablo. Este retiro incluía ayunar durante cuarenta días. El desierto y el numero cuarenta son símbolos del éxodo que vivió el pueblo Israel durante cuarenta años en el desierto. Con esta referencia lo primero que necesitamos tener en cuenta al leer el texto es su gran significado teológico cargado de símbolos en relación con la vida del pueblo de Dios. En otras palabras el símbolo como muchos piensan no es solo una construcción literaria o espiritual sino que parte, incluye la realidad y está en función de la vida. En nuestro texto el símbolo es la vida de Jesús que tiene como antecedente la historia del pueblo de Israel en el desierto y para Mateo la vida y la realidad del nuevo pueblo de Dios, o podríamos decir también la iglesia.

Normalmente se interpreta que son tres las tentaciones que se le presentan a Jesús. La primera es el milagro de convertir las piedras en pan, la segunda el poner a prueba el poder protector de Dios y la tercera el ofrecimiento de los reinos del mundo para tener poder. Estas son generalmente espiritualizadas, de esta manera las separamos de nuestra vida cotidiana y no podemos relacionarlas con las tentaciones que tenemos hoy día. Para relacionar las pruebas que vivió Jesús con nuestra vida debemos partir entonces de la realidad del Jesús, del pueblo de Israel y de la nuestra. Analicemos estas:

Para Jesús la prueba aparece al final de los cuarentas días de ayuno. La realidad de Jesús es que después de ayunar tanto tiempo siente hambre y es entonces cuando se acercó el tentador a proponerle que convierta las piedras en pan. La realidad de sentir hambre y ver que no se tiene nada que comer hace que aparezca la prueba o la tentación.

La realidad y la reacción del pueblo de Israel en el desierto cuando tuvo hambre la encontramos en éxodo 16:2.

“La comunidad de los Israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos¡ Nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda una comunidad.”

La realidad del pueblo de Israel en el desierto fue que cuando sintió hambre prefirió volver a la esclavitud en Egipto que seguir en el camino que le llevaría a constituirse como pueblo con su propia tierra para lograr vivir con dignidad y con libertad.

Después de ver la realidad de Jesús y del pueblo de Israel en el desierto donde surgen las pruebas que le presenta el tentador las preguntas para nosotros es ¿cuál es nuestra realidad donde vivimos las pruebas o tentaciones diarias? ¿Hemos sentido hambre en algún momento como la sintió Jesús después de ayunar o como la sintió el pueblo de Israel en el desierto? ¿Cuál ha sido nuestra reacción ante el hambre que hemos experimentado?, ¿Que hemos sentido o al ver que el salario o los pocos recursos que recibimos no nos alcanzan para comer durante todo el mes?

El hambre como símbolo de una realidad de todos los tiempos es muy significativa. Según la organización de las Naciones Unidad para la agricultura y la alimentación hay 925 millones de personas con hambre en el mundo y un niño muere cada seis segundos por problemas de desnutrición. El hambre es una realidad del pasado y del presente que produce reacciones o tentaciones. ¿Han conocido ustedes personas que ganan salarios que no les permiten satisfacer la necesidad básica del hambre pero no tienen otra opción que agradecer a su empleador por lo poco paga? ¿Han conocido o han tenido la experiencia de tener que hacer o aceptar hechos desagradables solo por suplir una necesidad como el hambre u otra parecida?

Cuando nos ubicamos en la realidad del hambre que motivó la tentación de Jesús y que produjo la reacción del pueblo de Israel de desear volver a la esclavitud en Egipto descubrimos que el texto bíblico nos interpela. Entonces podemos entender la relación entre el símbolo de la tentación con nuestra realidad. Desde esta perspectiva la tentación permanente en nuestra vida es que ante las necesidades vitales como el hambre u otras similares que tenemos renunciemos a la dignidad para vivir como esclavos de soluciones fáciles, o de la fama y del poder justificando esto en argumentos de servicio a Dios. Como podemos observar en el texto, las tentaciones se dan a partir buenas intenciones como suplir una necesidad como el hambre, mostrar que Dios tiene poder de cuidarnos y el tener reconocimiento o poder sobre reinos del mundo.

En el texto Jesús nos enseña que las pruebas o tentaciones no se dan ante hechos que pueden ser buenos y malos sino ante necesidades vitales que tenemos que resolver donde muchas de estas propuestas de soluciones están llenas de buenas intenciones. Ante estas Jesús nos da ejemplo que necesitamos una fe fuerte y un firme compromiso de vivir de acuerdo con el proyecto de Dios para no renunciar a nuestra dignidad, a la libertad y a la esperanza de vida plena y abundante para nosotros y para toda la humanidad.

Milton Mejía
Barranquilla, 13 de marzo de 2011
Sermón predicado en la Iglesia Presbiteriana la Cruz

1 comentario:

LindaE dijo...

Gracias Milton. Estoy tarde en leer esto, pero todavia esto esta muy significativo para mi y para tod@s. Bendiciones, Linda.