viernes, 14 de agosto de 2009

Acuerdo Humanitario y Derechos Humanos para Construir Posibilidades de Paz

Los sectores y organizaciones sociales, sectoriales y religiosas que estamos en contra de la guerra y de las falsas concepciones de la paz nos resistimos a vivir en una realidad donde se recurre a la opinión pública mayoritaria de las encuestas y a los golpes militares contra los grupos armados para dar legitimidad una política de seguridad democrática que no ha logrado resolver los problemas estructurales de pobreza e impunidad en Colombia.

Nuestra ciudad es un ejemplo de cómo en medio de un discurso triunfante de la seguridad democrática los Barranquilleros no nos sentimos seguros ya que los grupos armados que se disputan la ciudad, como la han reconocidos las autoridad, tienen la capacidad de asesinar a cuatro o cinco personas en menos de 24 horas como sucedió en las últimas semanas. En relación a la pobreza los medios mostraron el fin se semana pasado que batimos record en inscribir más de 57 mil familias al programa de subsidios de acción social. Con esto algunos sectores intentan mostrar la bondad del gobierno cuando en realidad lo que se demuestra es que la pobreza sigue creciendo en nuestra ciudad.

Las organizaciones de derechos humanos en una reunión reciente con las autoridades distritales, departamentales y nacionales manifestaron su preocupación por el aumento de las amenazas por parte de las Águilas Negras contra los líderes de los diversos sectores sociales, sindicales, periodistas y de derechos humanos. Ante estos hechos las autoridades han afirmados que las Águilas negras no existen en la ciudad y que las amenazas podrían ser auto amenazas. Esta situación no permitió que se instalara la mesa de garantías para los defensores de los derechos humanos en el departamento.

Líderes de iglesias de la Red Ecuménica de Colombia manifestaron recientemente que nuestro país está viviendo un profundo quiebre ético donde se impone la negación del conflicto armado mientras se recurre a la amenaza de los grupos guerrilleros para ocultar la corrupción y justificar los violación de los derechos humanos. En este contexto quienes defienden los derechos humanos y trabajan por la paz son presentados generalmente como amigos o colaborador del terrorismo mientras que los victimarios aparecen en la opinión pública como héroes y mesías que nos están salvando de las amenazas terroristas nacional e internacional.

Estas manifestaciones de pobreza y violencia nos demuestran que los sectores sociales que participamos en esta cumbre si deseamos hacer un aporte para construir posibilidades de paz tenemos que hacer un trabajo fuerte para romper con la imposición de lo que se ha empezado a llamar “el estado de opinión” que pretende tomar el lugar del Estado social de derechos que tiene su soporte en la constitución política colombiana. El estado de opinión que se intenta imponer no solo está rompiendo con el estado social de derecho sino también pretende cambiar elementos básicos de la democracia donde hay rotaciones de personas en el ejecutivo y se mantiene un balance de poderes en las diferentes instancias del estado.

Ante este panorama de inseguridad en que vivimos, del crecimiento de la pobreza y del peligro en que se encuentra lo poco que aun nos queda de democracia creo que tenemos las siguientes tareas como sectores sociales:

Es urgente trabajar por un acuerdo humanitario amplio donde participemos todos los sectores sociales para atender la crisis de la población desplazada por la violencia, de los secuestrados, de quienes están encarcelados de manera injusta y de la pobreza generada por los problemas de inequidad social y económica que tiene el país. Este acuerdo humanitario no debe ser considerado como una bondad del gobierno y de los grupos armados sino como la condición mínima y urgente para responder a las necesidades de quienes más sufren las diferentes formas de violencias y la injusticia en Colombia.

Este acuerdo humanitario debe ser la base para avanzar en un plan nacional e internacional para garantizar de manera integral los derechos humanos para todos los colombianos y colombianas que permita la construcción de una paz que esté soportada en la justicia y en la equidad. La experiencia nos ha mostrado que si en los procesos de negociación no se aborda de manera seria el tema de la plena implementación y la garantía de los derechos humanos los ciclos de violencia se reeditaran de maneras más sofisticadas y con mayor perversión.

En este proceso de trabajar por un acuerdo humanitario y en un plan para garantizar los derechos humanos tenemos que incluir a la cooperación internacional y coordinar con las organizaciones y comunidades solidarias que están trabajando por crear alternativas al sistema mundial que ha creado la crisis humana y ecológica que estamos viviendo y que demuestra que este sistema es insostenible. Juntos como organizaciones de la sociedad civil nacional e internacional tenemos que exigir coherencia y acciones reales para que los gobiernos y las organizaciones internacionales de los Estados garanticen los derechos humanos.

Hoy estamos viendo como esta incoherencia es evidente. Muchos sectores de la sociedad veíamos muchas esperanzas el discurso de la nueva administración de los Estados Unidos para ser más exigente con el respeto a los derechos humanos. Dado el fracaso de la estrategia militar y de fumigaciones del plan Colombia esperábamos mas acciones para fortalecer la búsqueda de justicia, la reparación a las víctimas y la generación de empleo para que los campesinos tuvieran alternativas al cultivo de la hoja de coca. Vemos que va a suceder todo lo contrario. Será más grande la inversión y la presencia militar ahora en siete bases en Colombia para resolver problemas que se ha demostrado no se solución por esta vía. De hecho ya estamos experimentando los conflictos que se están generando a nivel regional y tememos que el conflicto interno tomara nuevas formas ya que se recurrirá al rechazo de la presencia militar de los Estados Unidos en nuestro país para seguir justificando la guerra.

Junto al trabajo nacional e internacional por una paz que tenga como soporte un acuerdo humanitario y en derechos humanos tenemos que implementar una estrategia para lograr construir una opinión pública favorable a un acuerdo humanitario y a los derechos humanos. Creo que el quiebre ético que vivimos está logrando imponer una metodología de solución de los conflictos personales y grupales por la vía de la eliminación física del otro lo cual hace que cada día crezcan las manifestaciones de intolerancia y las personas y comunidades se toman la justicia por su cuenta.

Para concluir es importante que en esta cumbre afirmemos que la única forma de lograr una paz duradera y soportada en la justicia es que la construyamos sobre las bases de una profunda sensibilidad y compromiso humanitario para atender a las víctimas de la pobreza y la violencia. Mientras atendemos a las victimas debemos crear las condiciones para que se implementen y se garanticen los derechos humanos y la plena participación de todos los sectores sociales y políticos en la construcción del país que soñamos y deseamos hacer realidad para nosotros y para las futuras generaciones. Junto a todo esto necesitamos reconstruir valores como la tolerancia y la capacidad de resolver los conflictos y las diferencias por medio del dialogo y la negociación social y política.

Milton Mejía
Cumbre Social y Política del Atlántico
Barranquilla, 13 de agosto de 2009

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