lunes, 8 de septiembre de 2008

CRISIS ALIMENTARIA, CONFLICTO ARMADA Y TRATADO DE LIBRE COMERCIO EN COLOMBIA

Crisis Alimentaría, Conflicto Armado y Tratado de Libre Comercio en Colombia

Los colombianos vivimos en un país que tiene muchos recursos para producir alimentos. Contamos con abundante agua, la posibilidad de tener toda clase cultivos y una diversidad de animales que son fuente de nuestra alimentación pero nos empieza a preocupar la escasez y el incremento los precios de los productos básicos de la comida diaria.

Esta preocupación se incrementa con la información de la crisis alimentaría que ha empezado a vivir el mundo por la forma como escasean y se incrementa el costo de alimentos básicos que eleva el riesgo para que millones de personas continúen muriendo de hambre.

El incremento de los precios de la comida en el mundo es el resultado de políticas económicas que transforman en lucro el comercio de alimentos y el proceso agroalimentario en un negocio rentable. Hoy mediante la mecanización y la alta tecnología se puede producir mucho con menos tierra, la cría de animales se ha modificado debido a los estímulos de crecimiento, inseminación artificial y clonación.[i]

Los países ricos subsidian las cosechas, la producción de lecha y carne de sus empresarios del campo para que ellos las puedan colocar a mejor precio en el mercado mundial. Con esto perjudican a los campesinos de los países pobres que no reciben subsidios y cuya principal riqueza y comercio es la producción de los productos agrícolas y de carne.

En los países pobres las tierras de los campesinos donde ellos sembraban para el consumo básico se convierten en grandes extensiones de mono cultivos para la producción de bio combustibles. Estas tierras terminan estériles pero se aseguran reservas de energía especialmente para los países y sectores ricos que están buscando alternativas ante el alto costo y la escasez del petróleo

Leonardo Boff explica que estas políticas económicas generan la existencia de “una verdadera guerra comercial alrededor de los alimentos”.[ii] En el caso de Colombia esta guerra comercial por el control de los alimentos y de las tierras para producir bio combustibles se ha ocultado con el conflicto armado y en la lucha contra el narcotráfico.

Este conflicto y la lucha contra el cultivo de la coca en Colombia ha producido entre 1985 y el 2005, 3.6 millones de desplazados forzados, de los cuales 2.9 se produjeron en la ultima década.[iii] Hoy tenemos más de 4 millones de personas desplazadas que ubican a Colombia en el segundo país con mayor desplazamiento interno en el mundo.

El desplazamiento forzado ha sido una estrategia para controlar territorios y para implementar en ellos proyectos agroindustriales como el cultivo de palma aceitera para producir combustibles alternativos (bio disel y etanol) que se venderán a los países con los cuales Colombia ha firmado tratados de libre comercio. El desplazamiento se realiza por medio de amenazas, asesinatos selectivos de líderes, masacres colectivas, detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, persecución política y con las fumigaciones aéreas con herbicida a las zonas donde hay cultivos ilegales para producir droga.

El desplazamiento ha sido como una “contrarreforma agraria” para tomar las tierras de los sectores más pobres de la población. “Los estimados de cuanta tierra fue arrebatada a través de la violencia se extienden entre 2 millones a cerca de 7 millones de hectáreas. Un estudio realizado por la Conferencia Episcopal de Colombia, Secretariado Nacional de Pastoral Social y la Universidad de los Andes, estimó que las tierras tomadas por los paramilitares de la población internamente desplazada supera dos veces la cantidad de tierra dada por el instituto de la Reforma Agraria entre los años 1993 y 2002.”[iv]

Mientras los campesinos, indígenas y afro colombianos son desplazados de sus tierras el gobierno tiene planes de sembrar 6 millones de hectáreas de palma aceitera con la cual Colombia se convertirá en un país productor de bio disel para el comercio internacional. A la vez el gobierno presenta leyes al congreso para privatizar los recursos naturales y las tierras donde estaban viviendo los desplazados.

Las campesinos, indígenas y afro colombianos se resisten a ser despojados de sus tierras para que estas se conviertan en fuente de alimento para los vehiculo y en los últimos años vienen construyendo experiencias que buscan asegurar la seguridad alimentaría desde una perspectiva que proteja el medio ambiente y se garantice comida sin químicos y a bajos precios para sus comunidades.

Hay muchas experiencias en Colombia que nos muestran la forma como las comunidades se organizan para resistirse a ser desplazadas, proteger sus cultivos y garantizar su seguridad alimentaría. Compartiré las siguientes experiencias que nos ayudan a entender como las iglesias podemos apoyar a estas comunidades:

La “Asociación de Mujeres Afro Descendientes por la Vida” (AMAV) está formada por 1.000 mujeres en cinco corregimientos ubicados a orillas del rió Tapaje en el Charco, Nariño. Estas mujeres están organizadas para mantener su cultura tradicional y proteger sus cosechas de las fumigaciones aéreas con herbicidas que el ejercitó hace contra los cultivos de coca.

Las mujeres cuentan que las fumigaciones dañan sus cultivos y quedan sin alimentos para el consumo diario. El agua para el consumo se contamina, la gente se enferma del estomago y de infecciones en la piel. Quienes mas sufren son los niños con diarreas, vómitos, pierden el apetito, les aparecen manchas y rasquiñas en la piel, se ponen muy delgados y hay casos de niños que han muerto en estas condiciones.

Ante los daños que producen las fumigaciones las mujeres trabajan en pequeñas huertas caseras para mantener y proteger semillas tradicionales, sus cultivos y animales. Al inicio había mucho temor pero a medida que se han organizado el grupo ha crecido y se han creado nuevas huertas en otros municipios. En esta experiencia participan mujeres de la Iglesia Alianza Cristiana y han sido apoyadas por Church World Service.

Otra experiencia es la de 100 familias de campesinos y afro colombianos que decidieron retornar a sus tierras de donde fueron desplazados en Curvarado en Uraba. En estas tierras hay cerca de 50 mil hectáreas que hoy están sembradas de palma aceitera. Para que la siembre de palma fuera posible los habitantes de esta región sufrieron 15 desplazamientos los cuales fueron forzados con amenazas, asesinatos colectivos, bloqueos económicos, destrucción de vivienda y acusaciones de ser de la guerrilla.

Hoy con el apoyo organizaciones internacionales de acompañamiento y de la Comisión Inter eclesial de Justicia y Paz estas familias continúan siendo amenazadas pero se mantienen en sus tierras y han empezado a tumbar la palma que fue sembrada por empresarios que cuentan con el apoyo del gobierno. Estas familias también han diversificado el cultivo de productos agrícolas y la cría de animales para su alimentación desde una perspectiva ecológicamente sustentable.

También en la costa caribe colombiana la Iglesia Presbiteriana está acompañando a 40 familias desplazadas que están solicitando que el gobierno les asigne la tierra donde están ubicados de manera provisional para ampliar la siembra de maíz, yuca, fríjol y hortalizas que les permita incrementar la cosecha para el consumo y para el comercio en la región. Este grupo de desplazados y las organizaciones que los acompañan constantemente reciben amenazas y el gobierno no ha querido asignarle las tierras pero ellos se mantienen en su lucha por tener tierra donde puedan cultivar y garantizar la seguridad de su alimentación.

Las iglesias tenemos el desafió de fortalecer el apoyo a estas y otras experiencias comunitarias que están luchan por recuperar sus tierras, proteger sus cultivos y producir abundantes alimentos sin químicos y a bajos precios. Junto con esto tenemos el desafió de oponernos a las políticas económicas y a negocios que generan violencia contra las comunidades y el medio ambiente. En este sentido damos gracias a Dios que la PC (USA) aprobó en su 218th. Asamblea General pedir que paren las fumigaciones aéreas en Colombia y que el Congreso de Estados Unidos no ratifique el Tratado de Libre Comercio con Colombia.[v]

De esta manera apoyando y acompañando las experiencias de comunidades locales y a la vez rechazando políticas económicas y negocios globales que generan violencia podemos aprender juntos que es posible como iglesias y organizaciones cristianas aportar en la construcción de alternativas de una vida mas justa donde se respete la dignidad de los seres humanos y juntos cuidemos la creación de Dios.


Milton Mejía


[i] Boff Leonardo. Hambre: Los alimentos como negocio. Signos de Vida. No. 48, Junio 2008. 26-27.
[ii] Ibid 27
[iii] Haugaarad Lisa. Añorando el Hogar. Devolución de la tierra a la población internamente desplazada en Colombia. Washington: LAWGEF septiembre 2006. 1.
[iv] Ibid 2.
[v] http://www.ga2008.com/index.php?option=com_content&task=view&id=286

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