sábado, 27 de septiembre de 2008

MISION DESDE LA JUSTICIA

Revisando la Misión desde la Perspectiva de la Justicia.
Lucas 18: 9-14


Este texto bíblico del evangelio de Lucas nos ayuda a preguntarnos que tipo de iglesia somos y que tipo de cristianos estamos formando en sus relaciones con otros miembros de la comunidad donde vivimos.

1. El texto bíblico es una parábola que está dirigida a “algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás”.

El contexto anterior es la parábola de un juez que no temía Dios ni respetaba a los hombres pero ante la insistencia de una viuda le hace justicia para no ser molestado mas por esta mujer. En los versículos 7 y 8 Jesús muestra la importancia de la parábola Preguntando a sus discípulos: Y Dios ¿No hará Justicia a sus elegidos si claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? La respuesta de Jesús es: “Les digo que inmediatamente les hará justicia”. Y el contexto posterior es el relato de los niños que deseaban que Jesús les diera la bendición y sus discípulos se lo impiden por lo cual Jesús les dice que el reino de es de los que son como niños.

Manteniendo en nuestra mente el contexto veamos que la parábola sucede en el templo donde dos hombres entran a orar. Los protagonistas de la parábola son un fariseo y un recaudador de impuestos, el lugar es de gran importancia para los judíos por ser donde pueden obtener la purificación y redención de los pecados.

La influencia y atracción del templo para los judíos se extendía incluso más allá de las fronteras de Palestina, como lo mostraba claramente la obligación del pago del impuesto al templo por parte de los judíos que no vivían en Palestina. Pagar ese impuesto se había convertido en tiempos de Jesús en un acto de devoción hacia el templo, porque éste hacía posible que los judíos mantuviesen una relación saludable con Dios.

En tiempos de Jesús, el cobro de impuestos no lo hacían los romanos directamente, sino indirectamente, adjudicando puestos de cobro a los mejores postores, que solían ser gente de las élites urbanas o aristocracia judías. Estas élites, sin embargo, no hacían el cobro ellos mismos, sino que, a su vez, subcontrataban a gente sencilla, que recibía a cambio un salario de subsistencia que los obligaba a practicar sistemáticamente el pillaje y la extorsión de los campesinos.

Debido a esto, el pueblo tenía hacia estos cobradores de impuestos la más fuerte hostilidad, por ser colaboracionistas con el poder romano. La población los odiaba y los consideraba ladrones. Tan desprestigiados estaban que se pensaba que ni siquiera podían obtener el arrepentimiento de sus pecados, pues para ello tendrían que restituir todos los bienes extorsionados, más una quinta parte, tarea prácticamente imposible al trabajar siempre con público diferente.

Esto muestra las razones por las cuales el recaudador de la parábola era un blanco fácil de los ataques del fariseo, pues era pobre, socialmente vulnerable, virtualmente sin pudor y sin honor, o lo que es igual, un paria considerado extorsionador y estafador.

En su oración, el fariseo aparece centrado en sí mismo, en lo que hace. Sabe lo que no es: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco como ese recaudador, pero no sabe quién es en realidad. La parábola lo llevará a reconocer quién es, precisamente no por lo que hace (ayunar, dar el diezmo), sino por lo que deja de hacer (relacionarse bien con los demás).

El fariseo además ayuna dos veces por semana y paga el diezmo de todo lo que gana. Hace incluso más de lo que está mandado en la Torá. Pero su oración no es tan inocente. Lo que parecen tres clases diferentes de pecadores a las que él alude (ladrón, injusto, pecador) se puede entender como tres modos de describir no solo al recaudador si no a un grupo social mas amplio.

El recaudador, sin embargo, reconoce con gestos y palabras que es pecador y en esto consiste su oración. El mensaje de la parábola es sorprendente, pues subvierte el orden establecido por el sistema religioso judío y nos hace revisar nuestro modelo de ser iglesia, de relacionarnos con otros, con Dios y de hacer misión.

2. Jesús nos invita a ser una iglesia inclusiva que ama a los que nuestra sociedad considera menos personas o como dice el fariseo “el resto”.

Los judíos habían creado un sistema religiosa excluyente que tenia en el templo su centro de justificación. El Fariseo lo expresa diciendo: “Oh Dios te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres, ladrones, injustos adúlteros, o como ese recaudador de impuestos”. En otras fuentes encontramos que los judíos también daban gracias Dios por no haber nacido mujer, por lo cual no las contaban a ellas ni a los niños.

El sistema religioso de los judíos era muy exigente en el cumplimento de la ley, en la participación de los ritos en el templo, en el cumplimiento de la oración y el ayuno y en dar los diezmos u ofrendas.

Por esta razón el judío de la parábola represente a este sistema religioso injusto y excluyente que Jesús está cuestionando y subvirtiendo. La parábola no solo nos habla de dos hombres, uno que se auto justifica y otro que se considera pecador. Para entender lo que Jesús está enseñando hay que mirar la parábola en su contexto anterior y posterior.

Una mujer viuda excluida del sistema religioso por los judíos que con su insistencia es capaz de lograr que un juez injusto le haga justicia y unos niños a los cuales se les esta impidiendo que reciban la bendición de Jesús y no contados por los judíos son el modelo para entrar al reino de Dios.

En medio de este contexto está nuestra parábola y ahí el publicano no es solo un hombre pecador, él hace parte de un grupo social excluido de seres humanos como las mujeres y los niños que son considerados menos que otros, “el resto” de los seres humanos. Jesús nos muestra la realidad de lo que Dios quiere. Jesús presenta como modelo de persona que ora y de búsqueda de justicia la insistencia de la mujer viuda, absuelve al pecador y nos dice que para entrar al reino debemos ser como niños.

Jesús desea que nuestras iglesias sean espacios donde haya miembros como la mujer viuda que dedican su vida a la oración y a la busca justicia ante los jueces malos garantizando que de esta manera nuestras oraciones serán contestadas, Jesús desea que no hagamos divisiones entre nosotros y el resto, nos dice que el perdona y justifica a los que nuestro sistema religioso y nuestro mundo condenan y nos invita a disfrutar del cuidado amoroso de Dios y de la alegría de los niños para vivir la esperanza de reino de Dios.

Les invito a reafirmar su compromiso para que sigan siendo una iglesia fuerte que incluye y desarrolla ministerios para consolar y proteger los derechos de quienes son excluidos y que se haga justicia a todas aquellas personas que esta sociedad rechaza por considerarlos como otros, el resto, extranjeros, ilegales, pecadores y otras tanta categorías que nos inventamos para poner berreras entre nosotros como seres humanos y con Dios.

Milton Mejía

No hay comentarios: