lunes, 3 de noviembre de 2008

Presentación en la Conmemoración de IRTF en Cleveland

En el Camino con los Mártires de Ayer y de Hoy

Me siento muy honrado al estar con ustedes en esta reunión con la cual conmemoran y mantienen viva la memoria los mártires de Centro América y Colombia y en especial de Maura, Jean, Ita y Dorothy quienes fueron asesinadas en el Salvador en diciembre de 1980.

Mantener viva la memoria de nuestros mártires no es fácil ya que tenemos la tendencia a olvidar muy fácil por diversos motivos. Al respeto recuerdo el libro: “El olvido que seremos” de Héctor Abad Faciolince, un colombiano que intenta mantener viva la memoria de su padre, un defensor de los derechos humanos asesinado por paramilitares en 1987. El libro termina diciendo “Mi padre sabía, y ese, quizás, es otro de nuestro frágil consuelo, es que yo lo iba a recordar siempre, y que lucharía por rescatarlo del olvido al menos por unos cuantos años más, que no se cuanto duren, con el poder evocador de la palabra”

Hoy estamos aquí igual que Héctor tratando de no olvidar a personas con la cuales compartimos la vida y la fe. Héctor escribió un libro para mantener viva la memoria de su padre, ustedes mantienen viva la memoria de estas cuatro mujeres con esta reunión cada año y conocemos en Colombia muchas experiencias de comunidades que crean símbolos, monumentos, oraciones, poesías y canciones para que sus mártires sigan vivos entre ellos animando el trabajo por una sociedad más justa donde todos podamos vivir con justicia y paz.

Creo que todas estas formas son muy valiosas y debemos mantenerlas pero es importante que conozcamos como Jesús, el primer mártir del cristianismo nos enseño que los recordáramos para que no tengamos posibilidad de olvidar a todos los mártires que viven, mueren y resucitan como Jesús.

En Lucas 24: 13-35 el Jesús que fue martirizado en la cruz y ha resucitado está en el camino con dos de sus discípulos, sin que ellos lo reconozcan. Jesús está enseñándoles a entender lo que significo que los judíos y los romanos lo asesinaran en la cruz a la luz de lo que dijeron los profetas y de lo que decían las escrituras.

Este dialogo de Jesús con sus discípulos me recuerda una conversación que tuve hace algunos años con Iván Cepeda, uno de los líderes del Movimiento de Victimas en Colombia. Iván está trabajando para que se conozca la verdad sobre todos los crímenes que se han cometido contra millones de colombianos, para que haya justicia, reparación para las víctimas y buscar mecanismos para que este horror no se repita nunca más.

Iván Cepeda se estaba recuperando del terrible dolor del asesinato de su padre realizado por paramilitares en complicidad con el ejército. El padre de Iván fue senador de unos de los partidos políticos de oposición en Colombia. Iván había estado fuera de Colombia con toda su familia ya que habían sido amenazados para que no exigieran justicia.

Recuerdo que ese dialogo se realizo en una cafetería en Bogotá y entre las cosas que me Iván dijo recuerdo con mucha claridad lo siguiente: “Es imperativo transformar el sistema que produce el genocidio, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura, el secuestro, el desplazamiento forzado. Los derechos humanos son la vía más universal para construir ese ideal de convivencia justa: la democracia.”

Iván como Jesús había pasado por la experiencia de la muerte de su padre y creo que en aquel dialogo él me estaba hablando como el Jesús resucitado sin que yo me diera cuenta. Iván es una de las personas que me ha ayudo a entender que los cristianos tenemos que ayudar para aliviar el dolor de los que sufren con ayuda humanitaria y social pero que esto no es suficiente para hacer realidad el mensaje de Jesús.

En el texto bíblico cuando Jesús se sienta a la mesa y comparte el pan es cuando a los discípulos se le abren los ojos y lo reconocen. De esta forma a partir de dos desconocidos Jesús el que había sido asesinado en la cruz se hace presente de nuevo entre ellos pero ahora resucitado. El sentarse a la mesa y compartir el pan es lo que le permite a los discípulos identificar a Jesús. Compartir la mesa y el pan es el deseo de Dios y fue lo que intento hacer realidad Jesús y por lo cual lo asesinaron en la cruz.

Mantener viva la memoria de Jesús y de todos los mártires en la historia es mantenernos trabajando por una sociedad donde compartamos pan, alimentos y bebidas abundantes para todos. Alegría y fiesta para que todos los seres humanos podemos vivir de manera digna. Este ha sido el deseo de Dios en la historia, por esto fue asesinado Jesús en la cruz, por esto resucito y en Lucas Jesús mismo nos enseña que la forma de mantener viva su memoria es seguir trabajando para que el deseo de Dios se haga realidad entre nosotros.

El dialogo con Iván Cepeda me hizo pensar que el Jesús resucitado aun vive en nuestras ciudades y zonas rurales en las personas que han sido víctimas de la violencia, en las personas que han experimentado la muerte en ellos mismo o en la vida de sus familiares y cuando compartimos con ellos nos recuerdan que los cristianos debemos comprometernos con la voluntad de Dios la cual es que en nuestro mundo haya justicia y de esta manera podamos vivir en paz y con democracias verdaderas.

La experiencia de muerte y de resurrección de Iván Cepeda no es la única en Colombia. El padre de Iván fue el último senador asesinado de la Unión Patriótica, partido político al que han exterminado asesinando a más de 5 mil de sus líderes y militantes. Por este es solo un ejemplo de los miles que hay en Colombia. La violencia que ha vivido mi país en los últimos 50 años se ha caracterizado por la eliminación de las personas y los grupos sociales y políticos que intentan hacer reformas políticas y sociales que traigan benéficos a los más pobres.

Esta violencia llevo a que sugieran en los años de 1950 grupos guerrilleros organizados por los liberales los cuales después se pusieron de acurdo para gobernar junto con los conservadores. Los líderes de esta guerrilla liberal que no estuvieron de acuerdo en esta forma de resolver el conflicto se organizaron en los años de 1960 como guerrillas comunistas que se mantienen activas en nuestros días.

En los últimos 15 años esta guerra se ha degradado y ha convertido a Colombia en el país que vive la mayor crisis humanitaria de nuestro hemisferio. Tenemos más de 4 millones de personas desplazadas, mas 500 mil colombianos que han buscado refugio y asilo en otros país, mas 30 mil asesinados por razones políticas. Quienes más sufren son civiles que trabajan por los derechos humanos, los grupos indígenas y las comunidades afro colombianos que son víctimas de amenazas, asesinatos y desplazamientos para robarles sus tierras. Hoy en las tierras de los desplazados los grupos económicos nacionales e internacionales están desarrollando proyectos económicos para el comercio internacional.

La degradación de la guerra se produce debido a que el ejército y personas muy ricas vinculadas al narcotráfico organizaron grupos paramilitares para atacar a las guerrillas pero en realidad han atacado a las personas y a las comunidades que viven en zonas donde ellos consideran que hay simpatizantes de la guerrilla.

En los últimos 6 años el gobierno de Estados se ha vinculado a esta guerra apoyando al gobierno colombiano con cerca de 6 billones de dólares con el objetivo de acabar con el narcotráfico y la guerrilla pero cifras de Naciones Unidas nos dicen que la producción de drogan en Colombia no disminuye y si bien las guerrillas han sido golpeadas ya que el ejército colombiano ha crecido y se ha fortalecido aun estos grupos se mantiene realizando acciones de violencia en las ciudades y en zonas rurales de Colombia.

El gobierno actual de Colombia se ha caracterizado por acusar a los defensores de derechos humanos, a líderes de las comunidades, a los sindicalistas y a todos los que se oponen a sus políticas de ser guerrilleros o de ser terroristas. Esto ha producido que se incrementen las amenazas y los asesinatos contra los grupos y las comunidades que intentan buscar la paz por medios no violentos y que están comprometidos en la defensa de los derechos humanos.

Las Iglesia Presbiteriana en Barranquilla con otras organizaciones de derechos humanos han desarrollado por más de 10 años un programa de acompañamiento a los desplazados y cuando encarcelaron a uno de los abogados que trabaja con nosotros descubrimos que los organismos de inteligencia consideraban que este programa era para apoyar a la guerrilla. Ante esta situación la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos creó un programa de acompañamiento para apoyar a la iglesia presbiteriana en Barranquilla en su trabajo con los desplazados.

Después descubrimos un plan donde personas de organismos de inteligencia estaban ofreciendo dinero a un desplazado para que colaborara en un plan para asesinar a tres de los que estábamos trabajando con los desplazados en Barranquilla. Los tres tuvimos que salir del país para proteger nuestras vidas.

Ser amenazado y desplazado es una experiencia muy dolorosa y en algunos momentos se siente como si lo mataran a uno poco a poco. Les doy gracias a Dios por el apoyo y la solidaridad de muchas iglesias y personas en Estados Unidos y otros países que escribieron al gobierno colombiano pidiendo protección para nuestras vidas y que nos han apoyado para que podamos vivir y estudiar en este su país.

Con su apoyo y acompañamiento poco a poco hemos estado como resucitando y hoy mantenemos firme nuestra convicción que los cristianos podemos aportar en la transformación de los sistemas sociales que producen el genocidio, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura, el secuestro, el desplazamiento forzado. Y que defender los derechos humanos son la vía más universal para construir ese ideal de convivencia justa: la democracia.”

Por esto creo que debemos fortalecer lo que Jesús nos enseño en Lucas 24. Nuestros mártires no mueren, ellos siguen caminando con las víctimas de los sistemas que producen muerte y Jesús nos enseña que debemos compartir con ellos la mesa y el pan. La mesa y el pan compartido son un símbolo de los que Dios desea para todos los seres humanos. Este símbolo muchas veces los reducimos a la eucaristía como una esperanza para el futuro pero los primeros cristianos lo vivieron todos los días ya que consideraban que Jesús vino a traer vida digna y abundante para todos pero especialmente para quienes son victima de la violencia y de la pobreza.

Ustedes pueden contribuir con la voluntad de Dios de la mesa y el pan compartido y con la búsqueda de vida digan en Colombia. Además de orar ustedes pueden pedir a su congreso que no autorice más ayuda militar y que no ratifique el tratado de libre comercio con Colombia ya que esto aumentara la violencia y la pobreza en mi país. Con estas peticiones ustedes se unirán a millones de colombianos y a miles de ciudadanos de Estados Unidos que estamos trabajando por el proyecto del Jesús resucitado que compartió en el camino con sus seguidores.

También es importante que las iglesias en Estados Unidos incrementen el acompañamiento a las comunidades de paz, a las comunidades de campesinos y afro colombiano que retornan a sus tierras, a los grupos indígenas, a los sindicalistas y a los defensores de derechos humanos que mantienen su trabajo gracias a la presencia de personas solidarias internacionales que viven entre ellos y con esto contribuyen a su protección.

Creo que todas estas acciones pueden ser símbolos de lo que nos enseño Jesús al compartir la mesa y pan. Con esta acciones estamos contribuyendo a mantener viva la memoria de Jesús, de nuestros mártires y estamos contribuyendo para que no haya más crucificados, no haya más personas asesinadas, desaparecidas, desplazadas por trabajar para hacer realidad una nueva sociedad donde podamos vivir con justicia, con democracia verdadera y con una paz que sea fruto del respeto a los derechos humanos y del cuidado de la creación de Dios.

Milton Mejia
28th Annual Commemoration of the Martyrs of Cenral America and Colombia. The InterReligious Task Force on Central America. Cleveland, Nov. 2, 2008.

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