martes, 28 de octubre de 2008

REFLEXION SOBRE EL CONTEXTO COLOMBIANO

Desafíos del Contexto colombiano para la Red de Misión por Colombia
Chicago. Octubre 24-26, 2008.


Cuando realizamos un análisis del contexto donde la iglesia realiza su misión no buscamos crearnos más problemas y preocupaciones. Realizar un análisis del contexto es un ejercicio de fe ya que el objetivo es fortalecer nuestro compromiso cristiano donde vemos señales de esperanza. Desde esta perspectiva podemos decir como el periodista colombiano Alfredo Molano “Algo nuevo se está cocinando en el país”. O dicho en nuestras palabras algo nuevo está surgiendo que nos muestra señales de esperanza.

Lo nuevo es la gran cantidad de protestas y la confluencia de sectores sociales que se están manifestando contra el gobierno de Álvaro Uribe. Las protestas más destacadas en los últimos meses son las del sector público por salario, el del poder judicial que llevó al gobierno a decretar el estado de “conmoción interior”. Luego siguieron los funcionarios del sistema electoral, los maestros, los camioneros que ven disminuir sus salarios por el aumento de precios. Sin embargo, lo que más preocupa al gobierno es la protesta de grupos considerados muy pobres.

El 15 de septiembre se inició la huelga de 10 mil corteros de caña de azúcar que trabajan en ocho ingenios de Valle del Cauca, quienes trabajan en condiciones feudales. Los corteros, casi todos afro colombianos, trabajan de seis de la mañana a cinco de la tarde bajo un fuerte sol e inhalan humo de la quema de caña y el glifosato usado en las plantaciones. Ganan cerca de 300 dólares al mes de donde tienen que pagar su seguridad social, las herramientas, la ropa de trabajo y el transporte hasta el cañaveral.

El ministro de Protección Social y el presidente dijeron en el congreso y en los medios de comunicación que la huelga de los corteros de caña era una protesta de delincuentes y los acusó de estar infiltrados por las FARC. Hoy 6 de los líderes de esta protesta están en la cárcel acusados de ser de la guerrilla.

El 12 de octubre comenzó la Minga de los Pueblos indígenas que retoma los acuerdos del primer Congreso Itinerante de los Pueblos realizado en septiembre de 2004. En este congreso surgió el Mandato Indígena y Popular que contempla: rechazo al TLC, derogación de las reformas constitucionales que someten a los pueblos a la exclusión y la muerte; no al Plan Colombia que destruye el medio ambiente de sus territorios, produce muerte y desplazamiento; el cumplimiento del Estado a los acuerdos a raíz de la masacre del Nilo en 1991, donde fueron asesinados 20 indígenas nasas; y negociar la Agenda de los Pueblos.

En la Minga considerada como territorio de paz, convivencia y dialogo participan unos 10 mil indígenas, agrupados en el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) y en la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca). Los indígenas fueron brutalmente atacados por las fuerzas armadas, lo que dejó un saldo de dos muertos y 90 heridos, la mayor parte por bala. Los indígenas denuncian que en los seis años de gobierno de Uribe han sido asesinados 1.243 miembros de las más de 100 etnias existentes en Colombia y 54 mil fueron expulsados de sus territorios. En los últimos 15 días han sido asesinados 19.

Fracasada la negociación con las autoridades locales, la Minga ahora con 12 mil participantes se puso en marcha hacia Cali escoltados por la guardia indígena, a los que se vienen sumando los corteros de caña y otros trabajadores agrupados en la Central Unitaria de Trabajadores(CUT). Ellos llegarán el lunes 27 a Cali luego de recorrer 100 kilómetros. Lo más trascendente es que la Minga de los Pueblos se está convirtiendo en una articulación y confluencia entre múltiples sectores que están empezando fortalecer la esperanza de Otra Colombia.

Una de estas confluencias fue el paro nacional convocado por la CUT el jueves 23 de octubre donde cerca de 500 mil empleados estatales de 21 ciudades capitales del país dejaron de trabajar para salir a protestar en las calles. El motivo fue rechazar la conmoción interior que declaró el gobierno en respuesta al paro judicial, las muertes de sindicalistas, la estigmatización del gobierno a los movimientos sociales como los indígenas, los corteros de caña, a los defensores de derechos humanos, a los mismos sindicalistas, y las condiciones laborales en Colombia han empeorado drásticamente en los últimos años.

El lema y la invitación de los indígenas: “Todos somos corteros, todos somos indígenas”, fortalece la esperanza de los diferentes sectores sociales para incrementar la protesta pacífica y la búsqueda de mejores condiciones de vida. Esta esperanza como hemos visto está muy amenazada por la estigmatización y la violencia del gobierno. Pero también está amenazada otros grupos armados ilegales como los paramilitares que reclaman al gobierno su incumplimiento y se están reorganizando para mantener en control del negocio del narcotráfico y las guerrillas que aumentan el reclutamiento de jóvenes y las acciones de violencia en varias ciudades.

De esta manera la tendencia parece ser el incremento de la organización de los sectores más pobres y de otros grupos sociales para buscar mejores condiciones de vida. Estos procesos de organización tienen que enfrentar la violencia del gobierno, de los grupos paramilitares y de las guerrilleras que quieren mostrar que su poder militar no ha sido afectado por el gobierno de Uribe.

En este contexto la pregunta es: ¿Qué apoyamos y que hacemos nosotros como iglesias y especial como Red de Misión por Colombia? Creo que las experiencias de hermanamientos, de acompañamiento y esta red nos están ayudando a fortalecer la relación como iglesias y a descubrir que podemos dar un testimonio conjunto de apoyo a estos grupos que en Colombia intentan organizarse para superar la pobreza y la violencia. Creo que en esto está lo nuevo (que no es tan nuevo ya que eso fue lo que hizo Jesús) y lo que apasiona a muchas personas de estas relaciones.

Mi invitación es a que fortalezcamos como parte de la agenda de trabajo de esta red las propuestas del documento que acaba de ser publicado por varias organizaciones en Estados Unidos llamado: Un nuevo rumbo para las políticas estadounidenses hacia Colombia en especial las propuesta de contribuir para fortalecer la organización y la protección de los derechos de la personas desplazadas, de las comunidades afro colombianas e indígenas.

Hay varios ejemplos que nos muestran que podemos contribuir con otras organizaciones para ayudar en la defensa de los derechos y en la protección de estos grupos pero necesitamos ponernos de acuerdo como Red de misión para ser mas agiles en estas acciones que contribuyen en incrementar la esperanza para que las comunidades tengan vida y la tengan en abundancia.

Milton Mejía

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