jueves, 7 de agosto de 2008

El Poder de lo Pequeño para Anunciar y Vivir el Evangelio.

EL PODER DE LO PEQUEÑO PARA ANUNCIAR Y VIVIR EL EVANGELIO
Mateo 13:31-33, 44-52

Las parábolas de la semilla de mostaza, de la levadura, del tesoro escondido, del comerciante de perlas y de la red echada al mar nos muestran la forma como Jesús desea que anunciemos y vivamos el evangelio.

Para entender las parábolas es importante darnos cuenta que en ellas Jesús ofrece un mensaje que nos invitan a cambiar nuestras vidas y la realidad desde los valores del evangelio usando situaciones de la vida cotidiana.

El texto bíblico de Mateo es un ejemplo de cómo Jesús usa las parábolas. En estas parábolas Jesús habla de:

Personas que tienen experiencia y conocimiento del trabajo en el campo como la muestra la parábola de la semilla de mostaza.
Personas que trabajan duro en la preparación de pan como lo enseña la parábola de la levadura.
Personas que tienen experiencia en comercio como lo indica la parábola del tesoro escondido y del comerciante de perlas.
Personas que tienen experiencia en el trabajo de la pesca por lo que está diciendo la parábola de la red echada al mar.

Para ayudarles a entender el mensaje de estas parábolas deseamos compartir la historia de grupos indígenas en Colombia que han desarrollado una experiencia para defenderse de los ataques de los grupos armados y poder vivir en paz.

A esta experiencia ellos la han llamado la guardia indígena de paz y son hombres y mujeres que usando un bastón vigilan para que los grupos armado no entren a sus territorios y de esta manera poder vivir sin el peligro de las armas.

La guardia indígena ha tenido que rescatar secuestrados de grupos armados ilegales y han defendido y reclamado su derecho a la tierra y a vivir en paz cuando el gobierno con el ejército han tratado de impedirles que se organicen como grupos étnicos que tienen derecho a mantener su identidad y organización.

Teniendo en cuanta esta experiencia de vida, las personas y los grupos que están presentes en la parábola nos damos cuenta que son personas como los indígenas en Colombia.

Esto es descubierto cuando nosotros estudiamos el contexto social donde Jesús cuenta estas parábolas.

Los campesinos eran grupos sin ningún poder económico, político y militar pero conocían lo que significaba sembrar una pequeña semilla de mostaza y ver como de ella surge un gran árbol donde pueden tener sus nidos los pájaros.

La mujer que mezcla la levadura en la harina representa a las mujeres que en el tiempo de Jesús eran marginadas y no contadas pero conocían el poder de un poco de lavadura y de mucho trabajo para hacer crecer la masa y producir abundante pan para alimentar a mucha gente.

Los comerciantes de los que habla la parábola no son de negocios grandes y seguros. Ellos representan una economía que no acumula ganancias y posesiones donde se arriesga y vende todo para tener mejores condicione de vida.

Los pescadores eran grupos que hacían un trabajo que era considerado despreciable por los judíos pero conocían de la paciencia de lanzar sus redes al mar para coger toda clase de peces y después separar los buenos y el resto devolverlo al mar.

Jesús con estas parábolas nos invita a ver el valor de lo pequeño como la semilla de mostaza, de lo que aparentemente es poco como la levadura y otra forma de valorar la economía y las posesiones que tenemos para que entendamos que Dios puede cambiar nuestras vidas y el mundo en que vivimos.

Esto que Jesús desea enseñarnos no son cosas del pasado. La experiencia de la guardia indígena en Colombia nos muestra que gente sencilla y sin poder militar y económico pueden resistir al exterminio al que han sido y aun hoy continúan sufriendo en Colombia y en otros lugares del mundo.

Esta experiencia de los indígenas nos enseña que es posible construir formas de vida más seguras sin armas y cuidarse unos a otros de grandes ejércitos legales e ilegales que están bien armados y están poniendo en peligro al ser humano y a la creación.

La guardia indígena es como una parábola para nosotros donde podemos decir que el nuevo cielo y la nueva tierra que Dios desea hacer realidad son como un grupo de indígenas que se armaron con sus bastones, que para ellos es un símbolo de sabiduría y servicio para mostrar se puede vivir seguros y en paz sin el poder de las armas ni los ejércitos.

Las iglesias hoy tenemos el desafió de ver y acompañar experiencias pequeñas de comunidades donde Dios se está manifestando para poner allí nuestros recursos y así como la semilla de mostaza y la levadura el evangelio contribuya a dar lugar seguro y pan para mucha gente.

Si ponemos nuestros recursos al servicio del evangelio para apoyar pequeñas experiencias podemos mostrar que es posible una nueva forma de ser iglesia y de vivir en el mundo donde nos juntamos para acoger a los que no tienen techo y dar de comer a los que no tienen pan.

Creemos que esto lo estamos aprendiendo y la hemos vivido acompañando como iglesias a grupos como la experiencia de la guardia indígena de paz y a grupos de desplazados que se organizan con poco recursos para continuar trabajando por la paz y por una vida digna.

Por lo tanto, el llamado y la invitación de los textos bíblicos para nosotros como iglesia hoy es descubrir a través de estas parábolas y de estas experiencias el valor del evangelio para nuestras vidas y para nuestro mundo que es como un tesoro.

Este evangelio nos invita a dejar formas tradicionales de vida y del manejo de la economía para dar valor a pequeñas iniciativas de grupos sociales y de la iglesia que como una semilla de mostaza o el trabajo de una mujer que pone levadura en la masa contribuyan para hacer posible un mundo donde todos los seres humanos podamos vivir con vida en abundancia y con paz.

Milton Mejía
Sermón Predicado en Santa Fe, Nuevo México.
Julio 27, 2008.

No hay comentarios: